Escuchando las notas de una guitarra desafinada que sonaba en mi cabeza. En un vagón de un tren de hace 50, o quién sabe, quizá más años. El chico, joven, demasiado para viajar en un vagón solo, escribía torpemente cuando dejaba la guitarra aparcada a un lado. Pero eso no era excusa para que lo que escribía fuera fascinantemente precioso. Ese chico llegará a ser grande... un poeta. Un poeta. Un soñador. Y entonces me desperté. Sí, ¿era un sueño? No. era una señal. Tenía ganas de Dylan.
Cap. 11
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Jack Taylor lanzaba miradas furtivas a Jamie entre su melena despeinada,
miradas que Jam devolvía acompañadas de una sonrisilla travies. En unas
cuantas, J...